APRENDIENDO A REIVINDICAR

Anónimo ha dejado una entrada en el correo electrónico

Hola a todos, la verdad es que en los dos años que llevo en Nissan no había visto (aunque la palabra apropiada sería oído) nada como lo del otro día después de la asamblea en los comedores. Resulta que en la asamblea salieron los sindicatos a hablar sobre la reunión del dichoso plan industrial, nos explicaron que presentaron las propuestas, que la empresa dijo que no eran competitivas, que con coche o sin coche nuevo sobraba gente, etc etc etc.

Pero lo que mas me llamo la atención fue que el primero de los discursantes empezó a decirle a la gente que no podía ser que después de escuchar lo que la empresa pretendía nos quedáramos como si nada pasara, que la empresa siempre tenía confidentes en las asambleas y que el clima que allí se respiraba se lo comunicaba a la dirección. Después hablo uno de otro sindicato que nos contó no se que cosa de las hache-hache y luego el último que era de otro sindicato y que parecía estar de muy mala leche, repitió prácticamente lo mismo que el primero pero mas cabreado.

El caso es que al día siguiente cuando llevábamos unos diez minutos de bocata unos cuantos veteranos se pusieron a dar golpes con los vasos en la mesa, cada vez más gente empezó a hacer lo mismo, hasta que el ruido era bastante estruendoso aunque con ritmo. Lo curioso era que el ruido paraba a ratos y se iniciaba otra vez cuando algunos se levantaban para irse del comedor.

Yo como no tenía claro porque estaba pasando esto pregunté a uno de los que picaban, que es lo que pasaba y porque picaban en las mesas. El compañero, que tendría unos 50 años, me dijo:

— Mira, de siempre en los comedores hemos picado para que la empresa sepa que estamos cabreados y que no nos da miedo lo que nos diga porque la plantilla está unida, por eso lo hacemos.

— ¿Y porque cuando alguien se levanta se pica más fuerte? Pregunté

— Eso depende de quien sea el que se levanta, mira si se levanta uno que es un encargado o un maestro pues a picar que ellos siempre están mas de lado de la empresa que de los trabajadores.

— Ya pero antes se levantaron unos que no eran encargados ni maestros y joer les habéis montado una picada que no veas – le dije.

— Claro, porque eran unos perros, esos se pasan por el forro lo que les dice el comité y se hartan de hacer horas, así que por lo menos que se les caiga la cara de vergüenza.

Después de la charla me fui de allí pensando lo que aquel veterano me había dicho. Al día siguiente cuando a medio bocata vi que se levantaban los maestros y la gente empezaba a picar, cogí mi vaso y me uní a la sinfonía. Debo reconocer que me quedé a gusto y que sentí que después de dos años estaba haciéndome oír sin tener ningún miedo en hacerlo.

He aprendido algunas cosas de lo que aquel veterano me dijo, pero la más importante es que solo con la reivindicación colectiva podré mejorar y hacer respetar mis derechos como trabajador.