HACE HOY 50 AÑOS

Os subimos en esta ocasión un artículo de Joan Coscubiela, basado en su intervención  en la celebración del 50 aniversario de las Comisiones Obreras de Catalunya, que se realizó la pasada semana y en el que entre otras cosas hace mención al sindicalismo de clase que ejercemos la Comisiones  Obreras en Nissan, al no dejarnos chantajear en las negociaciones  y mantener nuestra posición firme hasta el final.

Gracias Joan por tus palabras hacia nuestro trabajo sindical que no es más que un reflejo de lo que hemos aprendido de ti.

Hasta la Victoria Siempre.

http://www.joancoscubiela.cat/

 

Hace hoy 50 años, unos cien trabajadores se reunieron clandestinamente en la iglesia de Sant Medir en lo que ha sido considerado como el momento fundacional de CCOO de Cataluña, aunque ya se habían celebrado antes de otras reuniones y asambleas en Barcelona y en el Baix Llobregat. 

Unos meses más tarde, sus dirigentes fueron detenidos. cuando estaban organizando la manifestación del 1 de mayo, que reclamaba el sindicato de trabajadores y las libertades democráticas y mejoras. 

Ese hecho ha marcado la realidad sindical en nuestro país y ha sido crucial para entender el presente. 

Estas persones intuyerón, entendierón la necesidad de crear nuevas formas de lucha para ser una herramienta útil a su gente, a su clase. Y tuvierón el coraje personal y colectivo para hacerlos realidad. 

La transición, hoy impugnada con unas críticas justas y ucròniques otras, no habría existido sin la lucha de CCOO en toda España . Seguramente el continuismo franquista habría durado más años y el resultado hubiera sido mucho peor. Nada era seguro en esos años, a pesar del hecho de que ahora parece obvio y todo estaba por conquistar. 

CCOO de Cataluña, el sindicalismo, ha sido clave en la mejora de las condiciones de vida de la gente, afiliados y no afiliados. Sin CCOO de Cataluña no se entiende la puesta en marcha de la renta mínima de inserción al principio de los 90, que usó la fuerza de la huelga general de diciembre de 1988. Tampoco existe el derecho a la jubilación anticipada, que hoy es la única salida para los desempleados de larga duración. 

Todos los derechos que la crisis ha devaluado han sido el resultado de una manera de hacer sindicalismo. Poner la fuerza organizada de los trabajadores y con más capacidad de lucha al servicio de la gente más débil y sin capacidad de presión. Un sindicalismo de solidaridad no tiene nada que ver con la imagen que algunos quieren construir para justificar que los trabajadores renuncian a sus derechos para supuestamente beneficiar a aquellos que no tienen, para salvaguardar los intereses de los intocables de los poderes económicos obviamente. 

CCOO de Cataluña ha sido clave en la incorporación a la sociedad catalana de personas inmigrantes procedentes de toda España. Determinante en la construcción de un modelo educativo que no segrega a los estudiantes dependiendo de su idioma de origen. Las personas nacidas en otras partes de España, como Cipriano Garcia o Ángel Rozas, fueron determinantes en la incorporación de los trabajadores y trabajadoras en la lucha de los derechos nacionales de Cataluña, mientras que una gran parte de la burguesía y la menestralia catalana se habían tomado unas largas vacaciones en su catalanismo. Y esto lo hicierón sin abandonar el conflicto social contra aquellos que los explotaban, fuera el que fuera el lugar donde habían nacido. 

Este rol de integración social también ha sido crucial en las corrientes migratorias recientes, ahora de cinco continentes. La empresa, la escuela, la escalera del barrio popular han sido claves para construir la convivencia y para evitar conflictos sociales, a pesar de la manipulación vergonzosa que de la inmigración han hecho algunas fuerzas políticas. 

Como siempre sucede, se recordaron esos momentos con un sentido épico. La epopeya de la raza de los titanes diría Miquel Martí Pol. Y así lo ha sido porque eran tiempos muy difíciles y necesitaban de mucho valor. 

Gracias a esa generación y los que vinierón después, la situación actual no requiere tanta épica pero no es menos dura para el sindicalismo, porque incorpora la complejidad de un momento de cambio global, de crisis generalizada. 

Empresarios sin rostro, detrás de empresas transnacionales o fondos de inversión. Empresas descentralizadas y deslocalizadas que promueven la competencia entre los trabajadores y trabajadoras de todo el mundo. Trabajadores colonizados ideológicamente con la conciencia de ciudadanos usuarios o clientes del sindicalismo o la política. Un poder político ejercido por los mercados financieros globales, incluso si es a través de los testaferros de los gobiernos. 

Pero detrás de esta imagen de meteosat del sindicalismo, continúa habiendo una realidad micro que es muy similar a la de estos 50 años. 

El sindicalismo de Nissan o Alstom, siempre buscando el equilibrio entre la negociación y el acuerdo y no dejarse ser chantajeados con la amenaza de deslocalización. 

El sindicalismo de las mujeres de Carrefour del Prat o de aquellos sectores donde los fundadores de CCOO nunca se hubiera atrevido a imaginar que habría sindicato, como en las empreses de cava o las pistes de esqui de BOI. 

El sindicalismo de la limpieza, de los trabajadores de la casa, de los trabajadores familiares, en el cual además de las reivindicaciones laborales está muy presente la lucha por la dignidad del trabajo que, en la medida en que siempre ha sido la responsabilidad de mujeres, nunca se han reconocido socialmente. Ahora tampoco. 

La lista del sindicalismo en su vida cotidiana, que la sociedad no conoce pero sus protagonistas y beneficiarios al mismo tiempo sí, sería muy larga. Con formas muy primarias que se parecen mucho a las primeras expresiones de solidaridad obrera en las minas. Por ejemplo, la tarea de la CITE durante años con los trabajadores y las trabajadoras inmigrantes.

 Es el sindicalismo diario que entendieron y explicaron muy bien Alejo y su hermana en el año 2005, cuando nos hicieron un hermoso dibujo de niños y una dedicación: «Gracias al CITE y a CCOO por haber ayudado a mejorar nuestras vidas». Se referían a la lucha por la regularización administrativa de sus padres. 

Es el sindicalisme cotidiano, que nunca abre los telenotícies de TV3, ni es portada de los periódicos pero que cada día abre la vida de mucha gente anónima, que de manera individual o col·lectiva consigue mejorar sus condiciones de vida. 

La realidad actual es muy dura y seguramente requiere de un nuevo proceso de ruptura, o discontinuidad profunda como diría los más florentinos. Seguro que hace falta tirar por la borda las rutinas y el conservadurismo y mantener todo aquellos que define genéticamente el sindicalismo, que es una construcción social de los propios trabajadores y trabajadoras como protagonistas. 

Muchas veces me preguntan por recetas de cómo hacerlo y cómo será el futuro. Y mi respuesta es siempre la misma: sinceramente no lo sé, como nunca lo ha sabido ningún contemporáneo en los momentos de cambio de época. 

No soy tan joven como para saberlo todo, ni tan viejo como para tener el síndrome del «ex» y saber todo lo que hace falta hacer, justo ahora cuando no soy el responsable de hacerlo. 

Lo que sí sé es que el futuro no vendrá de ningún experimento de laboratorio, ni de ninguna reflexión de tertulia o, mejor, casino. Vendrá, como en 1964, de la acción cotidiana de sus protagonistas. Para bien o para mal, así será, porque el sindicalismo sólo se construye con la acción cotidiana de sus protagonistas. 

En este camino muchos actores viejos y nuevos son necesarios, pero hay algunos que son imprescindibles. Los mismos que lo han estado durante 50 años.

Sección Sindical de CCOO Nissan